sábado, 25 de julio de 2015

Pero… ¿qué es la ciencia?

Parece que fue ayer, pero ya hace un año (y unos días) que empecé el blog, que se dice pronto. Nos hacemos viejos. Y en este tiempo os he ido explicando cosillas de historia de la ciencia, sin haberos explicado qué es la ciencia (algo que parecería imprescindible para empezar a trabajar). Digo parecería, porque es evidente que no lo es.

Para hacer historia de la ciencia, uno tiene que saber qué es lo que va a hacer: historia de la ciencia. Para ello, necesita tener una idea básica de qué es la ciencia y qué es la historia, y a partir de aquí ya todo es “fácil”. Precisamente, en el momento en que uno empieza a problematizar desde el principio, es decir, plantearse qué es la ciencia y qué es la historia para poder empezar a hacer historia de la ciencia, ahí es cuando uno se mete en berenjenales importantes y se da cuenta de que no puede empezar nunca a hacer historia de la ciencia, porque no sabe lo que está haciendo. Así que es mejor ignorar estos inconvenientes y lanzarse por los caminos de la intuición, y problematizar otras cosas que te irás encontrando por el camino. Al fin y al cabo eso es lo que hacemos todos.

Y lo gracioso del tema es que no es nada descabellado: precisamente haciendo historia de la ciencia es cuando nos percatamos que nuestra definición actual de ciencia quizás no es adecuada o no es válida para otras épocas, y así resulta que definimos la ciencia después (y no antes) de hacer historia de la ciencia. Partimos de una idea previa que una vez nos lanzamos a la actividad investigadora se va modificando: al final no es tanto antes o después como durante: en el mismo proceso se van reelaborando y resignificando los conceptos.

Pero siempre está bien pararse de vez en cuando a hacerse preguntas existenciales de estas que no llevan a ninguna parte pero con las que te entretienes un rato (¿quién soy?, ¿adónde voy?, ¿si cada vez me gustan más las camisas es porque me estoy aburguesando?1, etc.). Así que hoy toca, ¿qué es la ciencia?

Hay varios puntos de vista al respecto. Uno sostiene que la ciencia es lo que permite el control del entorno. Ciencia es técnica, ciencia es ingeniería, ciencia es agricultura y trabajo de los metales. Había ciencia en la prehistoria, por tanto. Otros, en cambio, dicen: “para el carro, chico”. No mezcles ciencia con tecnología. La ciencia es teoría y la tecnología, aplicación.

Este segundo punto de vista, sin embargo, exige establecer algún criterio que distinga qué teorías son científicas y cuáles no. O sea, que aún no hemos definido la ciencia. Una forma de solventar este problema es definir la ciencia por sus enunciados: ciencia es lo que produce leyes universales, a poder ser matemáticas. Esta definición de ciencia, sin embargo, hace que las humanidades, ciencias sociales e incluso algunas ciencias naturales sean eliminadas del selecto club de las ciencias. Otra definición menos restrictiva habla del método de la ciencia, independientemente de que sus resultados sean leyes matemáticas: ciencia es experimentar para descubrir los secretos de la naturaleza. Sin experimentos, no hay ciencia. Ciencia es creencia en los resultados de la experimentación: creencia provisional y cambiable, no dogmática. Creencia basada en la evidencia, no en la autoridad o la intuición. En teoría, al menos.

Finalmente, hay definiciones más pragmáticas: ciencia es lo que hacen los científicos: biólogos, físicos, químicos… la Alquimia no es ciencia porque no hay facultades de Alquimia. Una definición muy práctica, y que va más allá del esto es ciencia porque sí y lo otro no porque no: una cosa es ciencia cuando consigue legitimarse como tal. Cuando les vende a los demás que, efectivamente, lo es. Así pues, la cuestión de ser ciencia o no ciencia no es tanto ser más o menos teórico o riguroso sino mucho más prosaica: adquirir el estatus de ciencia supone poder y prestigio, autoridad y legitimidad para posicionarse como experto ante la sociedad. Pero claro, cuando una disciplina se postula como científica no dice que lo que quiere es tener más poder, sino que invoca a las otras definiciones de arriba para decir que su disciplina encaja en ella.

No hay que olvidar los usos de la palabra ciencia o científico en la vida cotidiana: cualquier cosa vista como precisa, rigurosa, objetiva, es científica. Cualquier cosa que queramos aplaudir o defender será siempre científica: los cosméticos, detergentes y similares nunca son probados, son científicamente probados, por si acaso. Esto, que parece una tontería, es la clave que explica que las humanidades ahora sean ciencias humanas. Por si acaso.

Para acabar de rematar el tema, la palabra ciencia es profundamente cultural (como todas). Eso quiere decir que había épocas en las que no existía (y aquí estamos empezando a meternos en el berenjenal de definir la historia y la historia de la ciencia) y que hay culturas en las que ciencia no es exactamente lo mismo que en la nuestra. Por ejemplo, los ingleses dicen Science para referirse a las ciencias naturales, lo que nosotros diríamos Ciencias. Míralo con lupa, porque ellos dicen science, en singular, y nosotros ciencias, en plural. Parece una tontería, pero el demonio se esconde en los detalles. Por supuesto que los ingleses también dicen sciences y nosotros también hablamos de ciencia, pero la sutileza está ahí. En algunas culturas hay más predisposición a que las ciencias engloben cualquier disciplina académica prácticamente (los alemanes hablan de Wissenschaft en general, y cuando se refieren a las ciencias naturales dicen Naturwissenschaften), mientras que en otras la palabra ciencia es más selecta.

Como podéis ver, con tantas definiciones de ciencia, se pueden hacer muchas historias de la ciencia. Pero esto ya es otro jardín, y por hoy ya hemos divagado bastante.

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1. Efectivamente, el sujeto se está aburguesando, pero no por las camisas: fíjese que ha optado por decir "¿quién soy?, ¿adónde voy?" en lugar del clásico "¿quiénes somos?, ¿adónde vamos?". Ese rechazo a lo colectivo, esa tendencia a la individualidad es un rasgo claro de la hegemonía burguesa que ha penetrado sutilmente en los escritos de este joven.

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